
© STELLA MARIA BAER
A estas
alturas no creo necesario, ni conveniente que sea yo quién lo diga, que las
redes son medios poderosos y útiles a la par que peligrosos y realmente difíciles de
controlar. Hablando desde mi propia experiencia, desde el día en que me uní a una
red social éstas se han convertido en algo esencial en mi vida. Y no «esencial»
como algo del todo positivo. Sí es verdad que me han permitido ampliar mi
cartucho de conocimiento, mi saber qué está pasando en el mundo, y conocer a
gente maravillosa. Pero de este mismo modo también me han llevado a situaciones
incómodas, a tiempo perdido y a personas tóxicas.
Supongo que
llegas al culmen de una red cuando no te importa si el número de seguidores
sube o baja, o si tienes más o menos interacciones, o me gusta o retuit o lo que
sea. Llegas a un punto en el que entras a la timeline de Twitter, que es la red
que más utilizo, y según vas bajando por la página te vas dando cuenta de que hace
mucho que te has desconectado de todo eso, de que no encajas en esa filosofía,
de que personas que te interesaba mucho seguir ahora parecen quemar tu
paciencia, o incluso dudas en tuitear sabiendo cuántas indirectas falsas pueden
interpretar tus seguidores, o stalkers.
Esto último
ya es la gota que colma el vaso. Desconozco si es normal virtualmente, o si los
que sufrimos por esto somos casos raros. Mas no hay nada que encuentre más
repulsivo de las redes que los acosadores. De cualquier tipo, en menor o mayor
medida.
No me
importa ni juzgo que los usuarios se paseen por sus cuentas favoritas de vez en
cuando, para inspirarse o para acceder a la información que deseas en cuanto
ésta se publique. Desde mi punto de vista no está mal, es más, yo lo he hecho.
Pero de ahí a que se esté pendiente de cada movimiento de ya no un usuario en
sí, sino de una persona y su vida en concreto hay un trecho. Ahí, se ha alcanzado el límite.
Sé que al estar
públicamente en una red en la que tú publicas lo que te da la gana, te expones
libremente a que la gente se recree en tu vida. El problema comienza cuando empiezan a creer que forman parte de ella, o que pueden juzgarla y mencionarla cuando les plazca. Y lo peor es cuando hacen sus
propias interpretaciones de tus publicaciones, que siempre tienen que ir
dirigidas a dichos acosadores. Error. Es frustrante e inaceptable.
A pesar de
todo, siempre he pensado que en cuanto a mis casos de acoso o stalkeo o como lo
queráis catalogar, ha sido culpa mía. Yo le he dado esa confianza al usuario en
cuestión, una confianza que le ha dado la cobertura suficiente como para que,
después de pedirle expresamente y de todas las formas posibles que no quería
saber nada más, siguiera intentando contactar conmigo ya sea vía e.mail o por
red social. Al principio piensas que estás paranoica, luego amigos te dicen que
no, que da mal rollo, y luego ya te hartas. Mentiría si dijera que no me
he informado ya sobre las vías legales que penalizan dicho trato si éste siguiera
existiendo. A tal ha llegado mi exasperación, y son muchas las maneras en que
podría llevarse a cabo.
No obstante,
espero no tener que llegar nunca a tales extremos, aunque no me temblará la mano
si lo veo necesario. Por el contrario, intentaré focalizar, como conclusión, mi
presencia en las redes sociales. Tratándolas a cada una de manera
independiente, intentando manejar correctamente la información que en ellas
expongo, y adaptándome a su correspondiente filosofía del sharing. Y desde
luego, alejando mi vida íntima de ellas, después de esto no me cunde. Sobre
todo Twitter, que se ha ganado bastante mi desconfianza, pero en el cual
intentaré seguir estando presente por mis seguidores y compis de verdad, y mis
lectores, vosotros, que al fin y al cabo, sois por lo que sigo ahí.
Después de
todo este rollo que necesitaba contaros, agradecería MUCHÍSIMO que me dierais
vuestra opinión o me contarais si os ha ocurrido algo semejante. ¿Cómo contempláis
ahora mismo las redes? ¿Alguna que os rechine? ¿Alguna que encontréis idónea?
MERCI DE VOTRE VISITE!