Quizás no
conozcáis esta historia como Luces del
norte, pero estoy casi segura de que os suena la película La
brújula dorada. Dicha película está inspirada en este libro, y hasta
hace unas semanas yo no sabía de la existencia de la trilogía La
materia oscura, ni que, por casualidades de la vida, podría comprarla
entera, en tapa dura y con sobrecubiertas y olor a libro libro por solo
once euros.
Luces
del norte es el primer volumen de una trilogía de fantasía, con
aires steampunk y
catalogado como Young Adult pero cuyos personajes, y de ahí la perspectiva infantil, son niños. Desde
el principio seguimos a la protagonista: una niña llamada Lyra Belacqua, de apenas diez años de edad, que vive plácidamente
en un prestigioso college de Oxford,
correteando por los tejados con su daimonion
Pan y organizando peleas callejeras
con su pandilla. Es experta en meterse en líos, pero de todos sale fácilmente
airosa. Sin embargo, hay veces que debe dejar esa ajetreada y sucia rutina de
lado y convertirse en una señorita educada y limpia para contentar a su tío Asriel, un hombre tan cautivador y
poderoso como imponente y frío: todo aquello que quiere, parece
conseguirlo. Mas algo ocurre en esta última visita de lord Asriel que Lyra se ve envuelta en uno de los mayores misterios
que se conocen: las investigaciones de su tío en el norte le han revelado
la existencia de lo que se conoce como Polvo, gracias al cual existe la
posibilidad de otros mundos paralelos
y, según Asriel, aun accesibles. Para ello sin embargo, necesita volver al norte y seguir investigando, pero claro
está, sin Lyra.
Al mismo
tiempo, una serie de secuestros de niños
va asolando Inglaterra, hasta llegar a Oxford. No se sabe quién o quiénes son
los culpables ni dónde van a parar los niños secuestrados, sólo se les conocen
como zampones,
porque se dice que roban niños para luego devorarlos. Lyra pronto se ve atraída
por el suceso, y no duda en sacar sus propias conclusiones y en organizar
partidas de búsqueda y captura de zampones. Pero nada puede evitar que su mejor
amigo desaparezca.
A nadie
parece preocuparle, y Lyra se promete que, esté donde esté, irá a buscarlo. Lo
que no sabe es que su suerte dará un giro de ciento ochenta grados cuando en su
camino se cruce con lo que determinará su inminente aventura: la maravillosa señora Coutler, la cual la contrata como secretaria para acompañarla
al norte, sin darle ninguna explicación, mientras el mono dorado que tiene como
daimonion vigila a Lyra y a Pan a
cada segundo; y además un extraño instrumento
que le ha concedido el rector del Jordan
College antes de su partida. Lyra solo sabe que es un objeto único y codiciado, y que sirve para descubrir la verdad.
No sabe cómo utilizarlo, pero lo que sí sabe es que deberá guardarlo en
secreto, sobre todo, debe ocultarlo a la señora Coutler hasta que la lleve al norte, y pueda entregárselo a su tío:
él sabrá qué hacer. Y así nos sumergimos en este fascinante viaje.
“You cannot change what you are, only what you do.”
Más o menos
esa es la premisa de este primer volumen, cuya
historia no se desarrolla en nuestro mundo, sino en uno distinto, y a la
vez muy parecido al nuestro. En este mundo, las personas no caminan solas, sino
que las almas de éstas caminan junto a ellas en forma de animales: los llamados
daimonions.
Estos seres, como almas de sus dueños,
forman una parte imprescindible de ellos: no se pueden desligar, ni siquiera
pueden alejarse de sus humanos. Esta condición es una de las más llamativas de
la historia, ¡y de las que más me han gustado! Ya no conocemos a un personaje y
discernimos su alma y su conciencia por nosotros mismos, sino que esta vez
podemos encontrarlos con forma y voz propia. La conexión entre humano y daimonion es muy fuerte, y esto es
palpable a lo largo de la historia, sobre todo en los momentos en los que yo
misma sentía ese desgarramiento, ese miedo a la pérdida de lo más profundo de
tu ser. Definitivamente, quiero un daimonion. Sin embargo, estos daimonions que nos acompañan de por vida, solo adoptan una forma definitiva una vez alcanzada la madurez, por
lo que cuando aún somos niños o adolescentes nuestros daimonions tienden a cambiar de forma constantemente. Este hecho es
muy importante en la trama. Éste a su vez está ligado al Polvo, y esto último a la posibilidad de
acceder a otros mundos paralelos y la
obsesión de Asriel por encontrarlos.
«Hace miles de años que las brujas conocen otros mundos. Mundos que a veces se ven entre las Luces Boreales. No forman parte de este universo; ni siquiera las estrellas más lejanas forman parte de este universo, pero las luces nos muestran un universo totalmente diferente. No es que esté muy lejos, pero se interpenetra con éste. Aquí, en esta cubierta, hay millones de universos diferentes y todos se ignoran entre sí…»
Sin comerlo
ni beberlo, Lyra abandonará el college
donde ha vivido toda su vida, para embarcarse en un intrépido y dificultoso viaje al norte, durante el cual
conocerá a los más extraordinarios y particulares acompañantes. La gente del college, las amistades de la señora
Coutler (y la bicha mala de ella), los giptanos: una intrigante,
misteriosa, independiente y apasionada comunidad; un aeronauta bastante
práctico, brujas inmortales, ¡y osos
polares! Y frío, mucho frío.

Todos
colaborarán con ella en su objetivo por salvar a los niños secuestrados, a la
vez que vamos desvelando la trama más profunda
y compleja, un río de engranajes más grande y brillante que ni siquiera podemos
llegar a atisbar. Los niños, y esa cosa terrible que les hacen a esos niños y a
sus daimonions acabará siendo una excusa para tirarse de lleno a un mar de conflictos de intereses y conceptos desconocidos: el Polvo, la conexión entre humanos y daimonions, la convicción de mundos
paralelos, la existencia de una imagen
en que se aprecia una ciudad en la mismísima Aurora Boreal. Y entre todo
ello, un aletiómetro, un aparato
extraño con forma de brújula, que responde a cualquier pregunta con la verdad, la
única pega es que al parecer solo Lyra puede conseguir descifrar su
funcionamiento.
«Tú no eres giptana, Lyra. Con un poco de práctica, llegarías a pasar por giptana, pero hay muchas otras cosas aparte de la lengua. Dentro de nosotros hay honduras y poderosas mareas que son sólo nuestras. Nosotros somos gente de agua, mientras que tú, eres de fuego. A lo que más te pareces es a una lucecita de las marismas, ése es el lugar que ocupas en el mundo giptano. Tienes aceite de hechicera en el alma. Eres engañosa, nena, eso es lo que eres».
Si bien es
cierto que al principio Lyra me caía mal y me parecía una niña bastante loca y repelente, a medida que
iba pasando las páginas y la veía reaccionar ante situaciones bastante
comprometidas, empezó a gustarme más. No olvidemos que es una niña, con un destino bastante pesado en sus manos, y un
sentido del compromiso y el valor muy arraigados en su personalidad, que nunca
dejará de ser aventurera y rebelde. Sufre, llora, patalea, se ríe de los demás,
miente, engaña, jura, lucha, corre, pelea. No hay nada que no esté dispuesta a
hacer con tal de lograr aquello que quiere, aquello en lo que cree. Duda y se
pregunta cosas, no es una heroína implacable, muchas veces no sabe lo que hace, no hay
ninguna profecía de la que ella sea consciente que le diga qué está bien o mal, debe decidir ella, debe
dejarse guiar por sus instintos. Aunque estos le fallen una y otra vez. Me ha
parecido una protagonista genial. A veces es estúpida, inconsciente, demasiado
niña. Pero es que es una niña, y tiene derecho a ser estúpida, a confiar en
quién no debería y a meterse en líos que le van demasiado grandes. Sin embargo,
en cada bache demostrará una gran determinación
y un coraje envidiable. Que chocará con el férreo carácter de personajes
como lord Asriel o la señora Coutler, a los que, llegado el final de la
historia, descubriremos no conocer en absoluto.
«En algún punto está el origen de todo el Polvo, toda la muerte, el pecado, la desgracia, la destrucción del mundo. El ser humano no es capaz de ver nada sin sentir la necesidad de destruirlo, Lyra. Esto es el pecado original. Y yo voy a destruirlo. Voy a matar a la muerte.»
Lyra se ha convertido en una de las cosas favoritas que me llevo de la historia, junto con los osos polares e Iorek Byrnison, y los giptanos, y los daimonions y el aletiómetro, y por supuesto: el frío del norte. Siendo un libro tirando más bien hacia un público infantil, no está demás admitir que hay un trasfondo, una serie de conceptos manipulados para que encajen bien en la historia, que si bien para un niño quizá es difícil de entender, para nosotros nos supone una maravilla, una reflexión sobre cómo puede funcionar el mundo, sobre los conflictos de intereses y los enfrentamientos entre temas morales, teológicos y científicos, ¿hasta dónde estarán dispuestos a llegar para encontrar respuestas a lo inexplicable?


Lo único que
me ha impedido darle las cinco estrellas ha sido la horripilante traducción que
ha estropeado la prosa de este autor, de cuyo estilo me ha hecho dudar una y
otra vez. No obstante la historia lo ha compensado con creces, y es por ello
que me he hecho con esta edición monísima en inglés es que estaba en oferta, ¡ya tengo excusa para
releerlo pronto!
«Dio media vuelta.
Detrás de ellos había dolor, muerte, miedo; delante estaba la duda, el peligro, insondables misterios. Pero no estaban solos. Así pues, Lyra y su daimonion se
apartaron del mundo donde habían nacido, miraron hacia el sol y echaron a andar
en dirección al cielo.»
( ILUSTRACIONES DE ALEXANDRA STEFANEL )
( ILUSTRACIONES DE ALEXANDRA STEFANEL )